sábado, 19 de enero de 2013

LA HUAYLIJIA

                                                                                                      Por: Mg. Nelsi Romero Arias



Esta danza costumbrista forma parte del folklore de Marco, como expresión directa  de la religiosidad y el arte de los antiguos pobladores, en quienes el cristianismo se enraizó profundamente, desde el mismo momento de la llegada de los españoles a estas tierras. Esto nos conduce en afirmar que, hoy, somos herederos de una cultura ancestral, que a través de sus manifestaciones populares y tradicionales, nos muestra históricamente, como fue la espiritualidad andina y la aceptación de la fe católica por nuestros antepasados.


DESCRIPCIÓN                                                                     


La Huaylijía en el distrito de Marco es de género excepcional. Se distingue por su singular originalidad e imaginación creativa; diferenciándose en ese sentido de los demás pueblos de la provincia de Jauja, que también practican esta danza. 

El motivo principal de esta fiesta tradicional es la rememoración y celebración de uno de los hechos más trascendentales de la humanidad: el nacimiento de Jesús. Se baila el veinticuatro de diciembre, por la noche y luego los tres primeros días del año nuevo. A continuación presentamos, una descripción breve de las costumbres más importantes que se desarrollan durante las festividades.

24 de diciembre

En este día, cuando cae ya la noche sobre el pueblo generoso, en la lejanía de los barrios de arriba y abajo, se oye el sonar de las flautas, anunciando que las cuadrillas de la Huaylijía se encuentran ya organizadas para la noche navideña. De pronto, los danzantes y todos sus acompañantes se enfilan presurosos por las calles rumbo a la Iglesia Matriz, cuya campana llama para la celebración de la Misa de Gallo. Una vez terminado el acto religioso, los barrios de la Huaylijía: "Orosco", "Chaupi Wanka", "Casacucho", "Jajachaca" y el Barrio Nuevo, protagonizan la fiesta navideña. Allí, por turno, cada barrio conformado por los graciosos "chutos" y las primorosas damas con sus atuendos típicos, se aprestan con sublime devoción, a escenificar la adoración al Hijo de Dios, al son de la música andina que ritma sus voces melodiosas, que dicen:

                                             Venid pastorcillos,
                                    venid a adorar,
                                    al Rey de los cielos,
                                    que ha nacido ya...
                                              Mira aquel niño,
                                              que lindo que está,
                                              a pies postrados,
                                              llenos de humildad..
                                    En el lecho de paja,
                                    desnudito está,
                                    sus ojitos brillan,
                                    como dos luceros...

Es el preciso momento, cuando el nacimiento de Jesús cobra vida, llegando al mismísimo corazón de todos los asistentes. Entonces, estalla la alegría y el sentimiento de la religiosidad andina.

Ya pasada la medianoche, los barrios de la Huaylijía se dirigen al frente de la Municipalidad. Allí, en estricto orden, realizan su presentación en la que ejecutan variadas coreografías, dando cierto brillo a la navidad. Entre tanto, las autoridades municipales y comunales ofrecen a todos los concurrentes los ricos "calientitos", para contrarrestar el frío nocturno. Ha de haber también botellas de anisado. Y así, al ritmo de la música de profundo mensaje telúrico, la gente se amanece en la Plaza Cincuentenario, bailando con alegría y libando copas más copas de "calientito".

En la madrugada, perceptible ya con los primeros rayos del día, algunos barrios se dirigen a la casa de sus dirigentes más desprendidos, para saborear el exquisito "ponche" y la humeante taza de chocolate.

1 de enero

Este día, por la mañana, el pueblo se reviste de profunda solemnidad. Es así como, los pobladores y los cinco barrios de la Huaylijía, participan con fe y esperanza en la celebración de la Misa de Año Nuevo y luego en actitud de plegaria acompañan la procesión a las imágenes de Santa María Magdalena, la Virgen del Rosario y la Virgen Alta Gracia, cuyas andas bambolean en los hombros de los devotos, por el perímetro de la plaza principal. Como es costumbre, las damas de los barrios, llevan en las manos grandes y hermosas "azucenas" de colores vistosos.

Por la tarde, se lleva a cabo el "Concurso de la Huaylijía", con la participación de los barrios: "Casacucho", "Chaupi Wanka", "Jajachaca", "Orosco" y el Barrio Nuevo, donde los "chutos" jocosos y las damas selectas, ejecutan con gracia y arte, novedosas y sorprendentes figuras coreográficas, mereciendo el aplauso de los espectadores. En cada barrio su imaginativa se pone en función de motivaciones creadoras, plasmándose en representaciones y símbolos, muchos de ellos de sentido religioso y místico.

2 de enero

Por la mañana, se desarrollan múltiples costumbres al ritmo de la música, sin perder la tradicional raigambre de los antepasados que heredamos con orgullo.

En horas de la tarde, se realiza el tradicional "ofreso" en la parte baja del legendario Cabildo. Consiste en que los danzantes de los diferentes barrios, al son de las conocidas notas musicales, conducen a los espectadores para que depositen algunos soles en un azafate del Niño Jesús, en cada una de las pequeñas y bien preparadas chozas. Concluida la ofrenda, los adultos son retribuidos con una copita de aguardiente, mientras que los niños reciben caramelos. El dinero captado cubre generalmente, algunos gastos del ornamento o de la misa.


3 de enero


En este día, continúa la fiesta con alegría y entusiasmo. Por la tarde, se realiza la costumbre del "machichi". Para tal fin, todas las cuadrillas de la Huaylijía se concentran en la Plaza Cincuentenario. A la hora fijada, los bufones chutos de muy singular perspicacia, fuertemente satírico-picaresco y las damas con sus vistosos disfraces, al ritmo de las melodías musicales, invitan al público la típica "machca", llevándola a la boca con una cuchara de palo. Unos preparan la "machca" de trigo; otros, en cambio lo hacen de cebada, arveja o también combinada de todas las anteriores.


VESTIMENTA                                                                       


En cuanto al vestuario del varón que se disfraza de "chuto" es sencillo, autóctono y de simbología andina. Consta de: "chullu" de lana de oveja, sombrero de "capacho" o de lana usada denominado "lapichuco", careta de cabra o carnero, chompa de "bayeta", alforja grande de lana de oveja, pantalón corto y ancho de cordellate denominado "lluto", mangas y medias de lana de oveja tejidos a mano, "llanqui" de cuero de res, pañuelos de color que se suspenden del cuello y llevan una honda que cruza el pecho.

Las damas de los barrios de "Orosco", "Chaupi Wanka", "Jajachaca" y "Barrio Nuevo", visten los atuendos siguientes: monillo, velo suspendido con imperdibles desde los hombros, faldellín (cachimira), fustán (lulipa), llevan en la mano pañuelos de color que puede ser de seda o nylon y los cabellos lo tienen suelto.


Denota peculiar característica, la indumentaria de las damas del barrio "Casacucho", llamado también "Cotuncha", porque es vivo testimonio de la vestimenta que usaban las mujeres antiguas. Comprende: "lliclla", "cotón" de lana atada a la cintura con una faja, "anaco" que va al lado derecho de la cintura y mangas que cubren los antebrazos.



LA MÚSICA                                                                          



Antiguamente, interpretaba un dúo de flautas. Pero con el transcurrir del tiempo, la música ha continuado su evolución, incorporándose instrumentos nuevos, como el violín y el arpa.

En el baile se distingue tres partes:

Pasacalle.- Sirve para desplazarse, bailando en columna.
Huachocolpa.- Donde se realiza las variadas coreografías.
Pasión.- Consiste en bailar, pausadamente.





















































sábado, 5 de enero de 2013

HISTORIA DEL CARNAVAL MARQUEÑO

                                                                                                            Por: Mg. Nelsi Romero Arias



En la parte central y occidental del ubérrimo valle de Yanamarca, provincia de Jauja, región Junín, se yergue altivo como también promisorio, el distrito de Marco, que en algún momento de su extenso y lúcido historial se ha nutrido de la fuerza comunal heredada de sus antepasados y de la influencia social y telúrica de su suelo.

Precisamente, en esta tierra legendaria de los vigorosos ayllus preincaicos de Hatun Malka, Uchuk Malka y Umpá Malka, surgió una de las expresiones artísticas más bellas del Perú profundo: el Carnaval Marqueño, que revela la alegría, el sentimiento, la vivencia y la historia de los antiguos pobladores.

Este maravilloso carnaval presenta un estilo propio y música singular. Su característica especial es el zapateo, que difiere de cualquier otro en el área rural andino por su peculiaridad. Posee, también la particularidad de ser una fiesta vistosa y de carácter popular que congrega a todo un pueblo sin distinción de edad ni de condición social.

El Carnaval Marqueño fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, el 9 de marzo de 2011, mediante Resolución Viceministerial N° 278-2011-VMPCIC-MC, en virtud a su originalidad en la música, vestimenta y parte de la coreografía, el cual contribuye en el fortalecimiento de la identidad regional y nacional.


El marqueño al ritmo de la tinya y la wajla, baila su carnaval poniendo el alma en el zapateo, mientras comparte la coca, el aguardiente y la chicha poética a la manera más rústica, mientras que con la danza dibuja sus vivencias exteriorizando la alegría o tristeza del hombre del campo. La historia propia, la cultura prehispánica, la cosmovisión indígena, los paisajes andinos y la tradición oral, han influido en el repertorio musical del carnaval de los marqueños.

Por todo esto, Marco, pueblo de gente alegre y sentimiento festivo, con pasión colectiva y orgullo local, ostenta la fama de sus memorables carnavales, pues encarna la música y danza como la más auténtica y genuina en sus tradiciones. 


HISTORIA                                                              

Si bien los carnavales llegaron al Perú con los españoles, su asimilación por el hombre del Ande, en la Colonia y la República se vio absorbido bastante bien por la cultura originaria, adquiriendo esencia propia. En el Valle de Yanamarca y principalmente en la comunidad de Marco, se adaptó en forma progresiva y de modo diverso a las costumbres ancestrales y populares, convirtiéndose, por tanto, en carnaval rural andino.

En ese contexto, el Carnaval Marqueño tiene raíz andina, porque es el resultado del desarrollo histórico cultural del pueblo, que tras un lento proceso de asimilación por los pobladores, se enraizó y fructificó en todo los aspectos de la vida popular.

Se trata, por tanto, de una danza de profundo sentimiento social, que refleja la actividad cotidiana del antiguo marqueño, asociada a una mezcla de costumbres y ritos en honor a los animales, a la Mama Pacha y a imágenes católicas, y que son el fruto de ese profuso repertorio de creencias andinas, de pensamientos míticos y del sincretismo religioso.

De ahí que el Carnaval Marqueño, en su forma artística más encumbrada en el mundo andino, es una triple expresión de fiesta: ganadera, agrícola y religiosa.


Ganadería

En lo que respecta a la actividad ganadera, emana la continuidad de la costumbre ancestral del Uwish Cuchuy (uwish significa oveja, carnero y cuchuy es cortar), pero con sucesivos cambios en sus manifestaciones populares, en sus creencias y ritualidades, cambios que obedecen a los sucesos de la época y la evolución de la cultura, y la condición social del hombre andino. Pero ahora, veamos, resumidamente en qué consistía esta costumbre milenaria de contenidos múltiples, para no olvidarlo.

Esta festividad comenzaba el día domingo de carnaval con los preparativos. Por lo que patrones y patronas tenían que proveer de lo necesario para el rito ceremonial: cintas de colores, frutas, caña de azúcar, panes, caramelos, coca, cigarros, aguardiente y demás cosas afines. Ese mismo día, realizaban la víspera los miembros del barrio Jajachaca, mientras que, el lunes de carnaval hacían lo mismo los pobladores de los barrios Chaupi y Orosco. Esta grata reunión que, generalmente se realizaba por la noche, estaba llena de saber popular: chacchapadas, planificación de viaje, de música y conversaciones de mitos y cuentos de un contenido de hondas raíces andinas.

Al día siguiente, según orden preestablecido, los patrones, sus familiares y acompañantes, unos con sus quipes a la espalda y otros arreando sus asnos con las provisiones, emprendían desde muy temprano, la caminata escabrosa hacia los cerros de Hatun Malka, Uchunjuy, Cruz Punta, Umpá Malka y parajes lejanos como Raupi y Cachi Cachi, donde la pastora apacentaba el ganado lanar y había establecido su modesta choza.

Estando ya en el lugar, todos se ubicaban cómodamente, en uno de los corrales de piedras que previamente había indicado la pastora. Allí, tendían mantas de bayeta en el suelo en forma de una mesa grande y sentados alrededor colocaban toda clase de ofrendas y adornos: coca, cigarrillos, licores, frutas, flores, harina, sarga de colores, pequeñas piedras naturales que tenían la forma de ovejas y no sé qué secretos más.

Luego, procedían con la tradicional mishquipa, lleno de charlas amenas, con halagos y augurios referidas a la reproducción del ganado. Masticaban la coca con ishku y tokra, seleccionando las hojas de coca bien formadas, fumaban y con el humo hacían el ademán de sahumar a los corrales y a los apus o cerros tutelares, también tomaban unas copas de aguardiente. Entre todos compartían lo que tenían: era la práctica de aprender a compartir y vivir juntos.

Por ahí, un sutil silbido del ichu como producto de los vientos más puros de los Andes, se hacía presente en el escenario como queriendo transmitir las voces sedientes de nuestros antepasados. Entre tanto, el wajlero, con intervalo hacía vibrar el corno y por más allá, en una esquina se alistaba el tinyero.

Luego cada patrona se acercaba a la pastora y le colocaba la huallka a modo de collar, como estímulo por su labor sacrificada de pastorear los rebaños. Cada huallka contenía frutas, caña de azúcar y panes cocidos en los hornos artesanales del pueblo. Quienes tenían más carneros obsequiaban un sombrero, un mandil o un par de zapatos a la pastora y ella en reciprocidad daba una huallka humilde, compuesta por pedazos de lana, humancasha, hualajo, chicarhua y otros productos nativos de la zona.

En seguida, en escricto orden y armonía iniciaban el rito tradicional del Uwish Kuchuy, propiamente dicho. A las ovejas les ponían cinta de colores como aretes y a los carneros les cortaban la oreja con diferentes tipos de incisiones para diferenciarlos. Además, cortaban los rabos a los corderos. La pastora con la sangre que brotaba de la cola pintaba el rostro del patrón y de la patrona; otros, en cambio lo hacían con harina, mientras tanto, la tarde se tornaba alegre.

También, como parte de la ceremonia realizaban el Uwish Puñuchi, que consistía en hacer "dormir" por unos minutos a un carnero y a una oveja, cubriéndolos con una o dos mantas, naturalmente, forzados por los asistentes. En ese preciso momento, la pastora invocaba al divino creador para que aumente la reproducción, la fecundidad y abundancia del ganado lanar.

Durante la fiesta ritual al ganado, la sufrida pastora con emoción telúrica y al compás de la melodía triste de la wajla y la tinya, cantaba en quechua derramando en los Andes su pena milenaria, fiel expresión que rodeaba su contexto andino. Eran voces sentimentales que brotaban desde lo más profundo del corazón: "tucaylla tucay corneteeero... pucaylla pucay corneteeero... ticlaylla ticlay danzacunchi..."

Al caer la tarde, emprendían el viaje de retorno al pueblo. Descendían zigzagueando por un camino de caprichosa geografía cargado de formas sugerentes que había que adivinar en medio de bromas y ocurrencias. En tanto, cargados de nostalgia, no dejaban de cantar al son de la wajla y la tinya, también bailaban y bebían algunas copas más de aguardiente y algunos se embriagaban de emoción.

Se trataba de una organización ordenada, participativa y ceremonial, en la que nuestros ancestros daban ejemplo de unidad, comprensión espiritual y continuidad socio cultural.


Agrícola

El Carnaval Marqueño como expresión de la actividad agrícola tiene su centro en la celebración de la relación recíproca y sagrada entre el hombre andino y la madre tierra (Mama Pacha) y los elementos vitales de la naturaleza.

Para el campesino según su cosmovisión andina, la Mama Pacha es la madre de las plantas, los alimentos y pastos, de manera que es merecedora de respeto y admiración por sus bondades en la fertilidad de los cultivos agrícolas.

A la madre tierra había que  invocar en la siembra, durante el cultivo y en la difícil pero aliciente cosecha; extravasando su sentimiento profundo hacia ella, quizá en la hora precisa, cuando la despensa estaba vacía y el hambre mordía a los chiuches y a los sufridos taitas.

De la variedad de productos que cosechaban y que fue la base de su alimentación, hay que mencionar productos como maíz, papa,  quinua, olluco, mashua, haba, arveja, trigo y cebada. Con estos productos los ingeniosos pobladores inventarían variadas recetas como la machka, cancha, mote, chuño, habas pushto, habas chalpachi, pan serrano y el típico otongo.

Además, para ellos, la tierra constituía fuente inagotable de vida, que proveía de medios para convivir con sus congéneres y con la belleza pura de la naturaleza.


Religiosa


En la dimensión espiritual se traduce como el incontenible impulso de rendir culto a la Santa Cruz, símbolo que trajeron los españoles al Perú, asociado a la religión cristiana y que para nuestros antepasados se relacionaba, además, con la agricultura, la buena cosecha y la reproducción del ganado.

Por esa amalgama de creencias y que son el fruto del sincretismo religioso, ellos no podían vivir sin adorar, sin una fe y sin una praxis religiosa. Pues, habían convertido a la cruz, en una enraizada manifestación de devoción colectiva.

Así, en tanto se dedicaban a la agricultura y al pastoreo por los cerros de Cruz Punta, Uchunjuy o Hatun Malka; impulsados por su espiritualidad propia, por su ingenio e imaginación indígena, salían llenos de esperanza en busca de algún caprichoso espino con la forma de cruz y en cuanto lo hallaban, con especial connotación mística bajaban al pueblo portando la cruz de espinas (casha cruz), para situarlos en capillitas rústicas y provisionales, donde era motivo de veneración.

Con el tiempo, los marqueños inspirados por los mismos sentimientos religiosos y demostrando devoción mística, optaron por plantar grandes y toscas cruces de madera en lugares visibles del pueblo. Hacia el norte en el paraje de Ajo Cruz o Huajta Apay; en la parte central y occidental en la cumbre del cerro Cruz Punta y en el lado sur, en el paraje de Espíritu Cumu.

Es en torno a estas cruces protectoras que conjugaban su alegría y agradecimiento al Señor, por los productos del campo, la abundancia del ganado y por la fuerza divina que colmaba las iras de la naturaleza; convirtiéndolas en celebraciones festivas rurales, entremezcladas con lo rituales, el costumbrismo y la religiosidad presente en el pueblo, en la que finalmente terminaban bailando y cantando con entusiasmo ancestral.


FORMACIÓN DE LOS BARRIOS                                        


Ahora bien, siguiendo las huellas del Carnaval Marqueño, hacia 1830, cobra mayor interés en el ámbito familiar, lo que hizo que sus miembros volvieran a tener contacto con sus propias raíces ancestrales andinas. Es por eso que, culminada la costumbre del Uwish Kuchuy, el conjunto de familias integradas por el sentimiento de las pastoras se concentraban en la parte baja del pueblo para continuar danzando y cantando, en medio de guapidos, siempre al compás de la wajla y la tinya. Algunas familias, las más pudientes, incorporaron paulatinamente, a estos instrumentos originarios, el "requinto" que le daba más alegría y resonancia al conjunto musical.

Tiempo después, tiene lugar la formación del barrio Santa Cruz de Cebada Cumu (1870), considerado como el más antiguo del pueblo, que en una segunda etapa de su vida institucional, continuaría pero con la denominación de Cruz del Triunfo Limayllapacaj.

De ahí en adelante, impulsado por el jolgorio popular, nacerían progresivamente, los barrios: San pedro de Chaupi (1871); San Hilario (1875); San Roque Chucllush (1876); Cruz de Espinas Jajachaca (1878); San Román de Orosco (1884); San Isidro Casacucho (1890); Rondalla Folclórica Corazón de Jesús (1966); Hermandad del Señor de la Agonía de Limpias (1969) y Santa Cruz de Cebada Cumu (1975), este último con el fin de rescatar y preservar la denominación original del barrio más antiguo.

Al comienzo, cada barrio y en especial los más antiguos, con una sólida capacidad organizativa erigieron sencillas capillas de característica andina para hacer los actos litúrgicos a sus santos patrones, cuyos rostros se encuentran en la frontal de la cruz tallada en madera.

Contiguo o al frente de estas capillas se desarrollaba la festividad durante los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, es decir, los días domingo, lunes y martes. Sin embargo, con el transcurso de los años, se volvió a tomar los días indicados para rememorar y celebrar la costumbre ancestral del Uwish Kuchuy, dando lugar a que la fiesta del Carnaval Marqueño, comience el Miércoles de Ceniza y proseguir los días jueves y viernes inmediatos.

El Carnaval Marqueño se baila en pareja. El desplazamiento es en dos columnas: varones a la izquierda y damas a la derecha. Ejecutan saltos consecutivos con ambos pies, uno ligeramente delante del otro, complementando con el brazo alzado y el otro a la altura de la cintura. Al compás de la música se cambia la posición de los pies, el que estaba delante va atrás y viceversa.

Poco a poco, esta danza evolucionó hasta alcanzar mayor singularidad y acogida, es así que, su práctica festiva no es sola expresiva, sino también infunde un sentimiento de identidad que permitía cohesionar a los marqueños. De esta manera, tiene un carácter tradicional que se transmite de generación a generación como parte de nuestra cultura.

En épocas recientes, la emulación y fervor de los barrios es tan grande que cada uno, inspirado por sentimientos de fe y de sublime devoción, refaccionó su capilla o levantó una nueva, más amplia y más cómoda, en un sitio cercano a su local antiguo, ello con el fin de preservar su lugar originario.


LA FESTIVIDAD EN TIEMPOS ACTUALES           

Actualmente, el Carnaval Marqueño es la festividad de mayor trascendencia en Marco. Se celebra cinco días continuos, desde el Miércoles de Ceniza hasta el domingo. Son días de música, danza, canto y alegría.

Se desarrolla con la entusiasta participación de los diez barrios carnavalescos que muestran el derroche de la belleza juvenil, el colorido de las vestimentas, la majestuosidad de sus representaciones y su espíritu eminentemente competitivo, en contrapunteos elegantes y alturados, que hacen gala damas y varones.

Durante la festividad participa toda la población, formada en los distintos barrios. Bailan niños, adolescentes, jóvenes y adultos, hasta altas horas de la noche y sin importar el frío nocturno o las lluvias torrenciales. Y efectivamente es así. Por eso, dirán los jóvenes: "Paso calles, paso barrios, siempre te encuentro bailando marqueñita de mis amores".

También, como siempre para esta festividad, viajan hondamente motivados los marqueños que viven en las diferentes ciudades del país, principalmente de Lima. Claro, como bien se dice en el pueblo, muchos de ellos trabajan todo el año para viajar a su terruño y bailar, gozar, embriagarse y a cantar a viva voz, aunque en muchas oportunidades no tengan dinero para el retorno. Qué importa dirán algunos, "con tal de reencontrarnos y confraternizar con los parientes, amigos y viejas amistades".

Del mismo modo, mientras se disfruta del Carnaval Marqueño en la plaza principal, en las plazoletas de las capillas o simplemente en las calles enlodadas y bordeadas de juncos y chaguales; en armonía sentimental con la música, entre suspiros y lágrimas, y muchas veces después de una dulce espera, cuántos juramentos de amor no se habrán hecho en esta festividad. Es que así es la vida. Nadie puede negar que el amor es puro sentimiento, tal vez la emoción más bonita y bella que el ser humano puede sentir.

En síntesis, a través de esta danza costumbrista y popular se reafirma los lazos familiares y sociales, y se comprende mejor el alma colectiva de este pueblo, como una lección viva de cultura tradicional andina. A continuación se presenta, una descripción breve de las costumbres más importantes que se desarrollan durante los cinco días de festividad.


Miércoles de ceniza

Se inicia con misa solemne en honor a los santos patrones, oficiada por el párroco de la iglesia matriz. Es el día señalado para que atavíen las imágenes de los santos, cuyos rostros se encuentran en la cruz tallada en madera. Consiste en la renovación de su manto sagrado y la colocación de la huallka, con variedad de frutas y panes. Finalmente, se adorna las cruces con serpentina y globos multicolores.

Por la tarde, los integrantes de los barrios y los músicos repasan las tonadas a interpretarse durante los carnavales del año y la coreografía de la danza, especialmente, para el concurso del Carnaval Marqueño. Estos ensayos están dirigidos por los socios más experimentados con la finalidad de mantener las características tradicionales de cada barrio.


Jueves


La fiesta prosigue en el estadio Cincuentenario, allí se realiza el tradicional Concurso del Carnaval Marqueño, con la participación de los diez barrios de Marco. En la actualidad, también participan los barrios de los anexos vecinos de Tragadero, Muquillanqui, Huashua y Hualis.

El numeroso público procedente de los diferentes pueblos y ciudades de la región y del país, llena las graderías del estadio y los alrededores del escenario, para observar el grandioso concurso que dura más de cuatro horas.

Los barrios perfectamente organizados brindan un espectáculo maravilloso que muestran la originalidad y vistosidad de las vestimentas, las mejores coreografías como producto de la enorme creatividad campesina y las melodías musicales que inspiran a las parejas a danzar con un sentimiento ancestral.


Es peculiar que el patrón y la patrona, de manera elegante y jocosa, bailen en torno al grupo, portando manojos de ortiga y porongo de chicha de jora curada, haciendo de cada movimiento y número un acto único. Ellos, además, controlan a cada uno de sus danzarines y no escatiman ortigazos para corregir un paso, apurar la marcha o brindar el suficiente ímpetu a la danza.

Cada barrio dispone de quince minutos aproximados para ofrecer su repertorio de acuerdo con las bases del concurso. El jurado calificador se encarga de asignarle el puntaje a cada una de las presentaciones teniendo en cuenta orden, sincronización, plasticidad en los movimientos, gracia, prestancia, vestimenta y creatividad de las coreografías.

Por su parte, el conjunto musical sale al escenario, impecablemente uniformado, vistiendo los trajes y colores representativos de cada barrio. Sus componentes varían entre seis y siete músicos con instrumentos de viento, percusión y cuerda.


Viernes, sábado y domingo


Estos días organizan múltiples y variadas costumbres genuinas como el cortamonte, el jala pato, jala cinta, rompe olla, razo, hualljinchay y takanacuy.


Cortamonte.- Se realiza en las respectivas plazoletas de los barrios. El padrino planta un árbol (eucalipto, ciprés u otro) y es adornado por la madrina, quien procura distinguirse lo mejor posible, adornándolo bien, con variedad de juguetes, prendas de vestir, frazadas, globos y serpentinas. Por la tarde, las parejas con el atuendo típico, encabezados por el padrino y la madrina, se forman alrededor del árbol, danzando al son de las inconfundibles notas del Carnaval Marqueño. Inician el "cortamonte", el padrino que porta un hacha adornada con globos y serpentinas da el primer hachazo, luego toma cerveza para recuperar su fuerza perdida, le sucede la madrina de la misma forma y así sucesivamente en orden van saliendo todas las parejas que componen el círculo, hasta que alguna logra tumbar el árbol. Los flamantes padrinos que expresan alegría son alzados en hombros y aclamados por la multitud.


Jala pato.- Tradicionalmente se desarrolla el viernes por la tarde en la plaza principal. Para ello, las autoridades o los responsables del evento, con antelación colocan un arco de palos en el lugar de costumbre, forrado con hojas de eucalipto y adornado con globos y serpentinas. A la hora fijada, cada barrio al ritmo del huayno o la muliza que le caracteriza hace su ingreso al parque, dirigido por el padrino que lleva un pato maduro bajo el brazo, al que vistió la madrina con elegancia. Luego de bailar por el perímetro de la plaza principal y esperar su turno correspondiente, cuelgan al pato del arco, cabeza abajo. Así empieza el jala pato, donde las parejas al compás de la cadenciosa música vernacular y ante la mirada de una numerosa concurrencia pasan bajo el arco, y por turno, jalan del pescuezo al animal hasta arrancarle la cabeza. Quién lo haya logrado, será el padrino para el año próximo. Sin embargo, con el fin de evitar el sufrimiento del pato, en la actualidad ya no se sacrifica al ave.



Rompe olla.- Se desarrolla el sábado por la tarde, en las plazoletas o enfrente de las capillas. Para ello, el padrino y la madrina con anticipación preparan todo lo necesario para esta festividad. En una soga amarran, equidistantemente, no menos de una docena de ollas pequeñas de arcilla, que contienen caramelos, pica pica, talco y escritos con diversos compromisos para el momento o para el año próximo y que son adornadas con globos y serpentinas. Luego, el padrino y la madrina van delante de las parejas, llevando el conjunto de ollas adornadas y al compás de las melodías se dirigen al centro de la plazoleta. Acá, sujetan la soga en dos palos o en medio de dos árboles plantados para el "cortamonte". En seguida, inician la costumbre de la "rompe olla", propiamente dicho. Las parejas en estricto orden y con emoción sentimental de la música, tiran con palo hasta romper la olla, una de las cuales da el padrinazgo para el año próximo.



Jala cinta.- Se organiza de manera semejante a la anterior, el padrino y la madrina amarran en una soga una docena de cintas multicolores que tienen inscripciones con compromisos para el instante o para el año próximo. La soga se sujeta fuertemente a dos palos. Luego las parejas al compás de las alegres notas musicales jalan la cinta, una de las cuales, corresponde al futuro padrino.


Razo.- Es una costumbre exclusiva del barrio Cruz del Triunfo Limayllapacaj, que se da el viernes por la tarde, en la Plaza Cincuentenario. Consiste en que varones y damas, vestidos con disfraces llamativos y representando a sus personajes favoritos, danzan alegre y jocosamente al compás de la música, mereciendo el aplauso de los espectadores, que se divierten al contemplar los gestos y movimientos esplendentes de cada uno de los danzantes. De esta costumbre peculiar solo resta compartir una idea: disfrazarse con buen gusto, por pobre o sencillo que sea el atuendo, es hacer carnaval, es demostrarnos a nosotros mismos, que somos capaces de desarrollar el talento festivo y creativo, y representar a un determinado personaje.


Takanakuy

Es una de las costumbres más arraigadas y representativas dentro del Carnaval Marqueño. Se realiza el domingo por la tarde en la Plaza Principal con la participación de los diez barrios que se organizan y preparan, convenientemente.

A la hora fijada, previo sorteo y turno, los danzantes de dos barrios que van adornados con serpentinas y talco, y cargados de provisiones, se ubican frente a frente y luego del saludo característico de los presidentes, empieza la más bella expresión del takanakuy, que dura treinta minutos aproximadamente.

La competencia inicia con el lanzamiento de globos llenos de agua al contrincante. Al agotarse esta munición, comienzan a jugar con talco, harina, pica pica y ortiga. Entre tanto, el numeroso público contempla con alegría la tan esperada contienda. 

Las acciones son eminentemente competitivas, lo que significa que siempre habrá un ganador, quizás por el número de sus componentes, por la cantidad de provisiones, o simplemente por la sagacidad de los participantes.

Concluido el encuentro, los ánimos se calman y hombres y mujeres terminan totalmente empapados con talco, cansados e irreconocibles hasta por sus propios compañeros.

Para la despedida del escenario, ambos conjuntos se juntan  y forman un solo redondel y van derrochando alegría, bailando al compás de las dos orquestas unificadas que tocan las alegres o las nostálgicas notas del Unay Carnaval.

Finalmente, el domingo por la noche, los marqueños bailan y cantan embriagados a viva voz por última vez en el año, los cortamontes llegan a su fin, la fiesta ha acabado y entremezclado el castellano con el quechua, dicen: ¡Hasta huatancama!


COREOGRAFÍA                                                       


Los barrios exhiben la estructura de los movimientos en su real dimensión, en el "Gran Concurso del Carnaval Marqueño". Está constituida por una serie de figuras artísticas que dependen de la inagotable creatividad del poblador marqueño, que se relaciona con su pasado histórico, costumbres festivas y pasajes de la vida cotidiana. A continuación se describe unas cuantas:


  1. Uish Cuchuy.- Representación del señalamiento de las ovejas y un encuentro entre las pastoras y patrones.
  2. Zapateo.- Con los pies cruzados entre damas y varones, ejecutan saltos consecutivos, intercambiando la posición de un compás a otro; escuchándose el "huapido" delicado de las damas: ¡asasasss... asasasss...!
  3. Caracol.- En círculo, entrelazados varón y dama, entre brazo y brazo, forman el "caracol", terminando en una graciosa viva "chigua" o juego de talco, serpentina y ortiga.
  4. Túnel.- Zapateando una pareja tras otra, pasan por el túnel formado por brazos en alto y agarrados fuertemente.
  5. Apalinacuy.- Después de realizar vueltas acrobáticas entre varón y dama con los brazos en alto y cogidos, se dan las espaldas y en zig zag, con zapateo, entrecruzan en improvisada formación.
  6. Ruedo.- Dos o tres parejas se entrecruzan los brazos, dando giros completos hacia la derecha e izquierda y viceversa.
  7. Media luna.- Bailando en círculo y cogidos de las manos, todos los danzantes avanzan frente a frente, se entrecruzan los brazos abiertos y forman la media luna, girando hacia la derecha e izquierda.
  8. Cruz.- Con los brazos entrecruzados, entre varones y damas, giran en una vuelta completa y al compás de la música en cuclillas, forman una cruz perfecta.
  9. Takanakuy.- Formando bandos de damas y varones, comienzan las primeras a lanzar bayas de papa (pulma), manzanas, pica pica y talco, sobre sus ocasionales rivales, luego los varones hacen lo mismo, pero con mayor delicadeza y gracia.
  10. Lavatorio.- Al compás de la música, los varones y las damas se hacen beber chicha de jora u otro licor, en forma alternada.
La coreografía concluye con la fase de la despedida que consiste en retomar el orden de las parejas que se retiran del escenario, despidiéndose de la mesa de honor y del publico, siempre levantando las manos y los sombreros al aire, al ritmo inconfundible del Unay Carnaval.


LA INDUMENTARIA                                               


Antiguamente estaba constituida por vestidos de lana de oveja, cuidadosamente confeccionada por los mismos habitantes. Los varones vestían sombrero de lana, camisa blanca de bayeta, saco de cordellate, pantalón negro u oscuro de cordellate y algunos llevaban poncho de lana. Las damas portaban sombrero blanco de lana con cinta negra, manta blanca de bayeta conocido como pullo kata, monillo de satén o seda, falda negra de bayeta y en la cintura llevaban un huallqui (bolso) de piel entera de cordero, donde se guardaba coca, cigarros, ishku y llipta.

En la actualidad, está estilizada la indumentaria. Los varones visten sombrero de lana, camisa blanca de bayeta, pañuelo de color que identifica a su barrio, pantalón negro u oscuro de tela, algunos se ponen ponchos de color marrón o blanco. Las damas llevan sombrero blanco de lana con una cinta negra, manta de castilla bordada artísticamente, de color que identifica a su barrio, monillo de satén adornado con pedrerías y lentejuelas, faldellín o centro negro de bayeta, falda interna conocida como chuleta de color que también identifica a su barrio. Además, tanto las damas como los varones se adornan el cuello con serpentinas y se pintarrajean el rostro con talco.

El color de la manta, del monillo y de la chuleta que lucen las damas identifica a cada barrio. A continuación se detalla dichas particularidades.

  • Cruz del Triunfo Limayllapacaj.- Manta y ribete guindo, monillo blanco y chuleta guinda.
  • San Pedro de Chaupi.- Manta y ribete anaranjado, monillo celeste y chuleta anaranjada.
  • San Hilario.- Manta amarilla con ribete azul, monillo blanco y chuleta amarilla.
  • San Roque "Chucllush".- Manta anaranjada con ribete azul, monillo blanco y chuleta anaranjada con ribete azul.
  • Cruz de Espinas "Jajachaca".- Manta y ribete morado, monillo blanco y chuleta morada.
  • San Román de Orosco.- Manta y ribete azul, monillo blanco y chuleta blanca con ribete azul.
  • San Isidro "Casacucho".- Manta y ribete rosado, monillo celeste y chuleta rosada.
  • Rondalla Folklórica Corazón de Jesús.- Manta blanca con ribete rosado, monillo celeste y chuleta blanca con ribete rosado.
  • Hermandad del Señor de la Agonía de Limpias.- Manta y ribete celeste, monillo blanco y chuleta blanca.
  • Santa Cruz de Cebada Cumu.- Manta y ribete lila, monillo blanco y chuleta lila.

LA ORQUESTA                                                               


En sus inicios estaba compuesta por un requinto (clarinete pequeño y de tono agudo), una tinya y una wajla. Con el tiempo, el conjunto musical incorpora el clarinete y el violín. En la actualidad, la orquesta consta de un dúo de clarinetes, un dúo de violines, una tinya y una wajla.

La tinya es un instrumento andino de percusión de origen ancestral, de sonido fuerte y vibrante. Es una especie de tambor pequeño, confeccionado con piel de carnero o vacuno. Se encarga de llevar el compás de la música.

La wajla o también llamada corno es un instrumento de viento, de confección artesanal, hecho de cuerno de toro. En la parte musical interviene solo en determinados momentos, donde las acciones toman más brío y aumenta el entusiasmo de los danzantes. Es sin duda, la voz potente que llama, que organiza, que ordena, la que hace vibrar los corazones.

En tanto, la competencia de conjuntos musicales es un duelo aparte, cada barrio, contrata a los mejores músicos y el contrapunteo interbarrios es una contienda sin cuartel, durante las festividades.


LA MÚSICA                                                            


Es alegre, cadenciosa y expresiva, salpimentada con una melancolía que induce a las lágrimas a propios y visitantes. Pareciera ser la manifestación misma del alma, la vida, las penas y alegrías del hombre del campo, expresada a través del sonido y ritmo de los instrumentos musicales que provienen de la confluencia de la cultura andina y occidental. 

Por ello, bien se ha dicho que los marqueños desde antaño poseen una sensibilidad increíble como para abstraer todo su sentimiento ancestral y expresarlo en melodías musicales que entrañan una gran fuerza espiritual, capaz de ablandar e inspirar ternura en el alma de los más endurecidos corazones.

La música del Carnaval Marqueño, está simbolizada como el "HIMNO MARQUEÑO", porque indiscutiblemente, es la expresión melodiosa que refleja la alegría, el sentimiento y la emoción del pueblo.


COMPOSITORES Y MÚSICOS                                 


Marco dio eminentes compositores y músicos que crecieron inspirados en la naturaleza y las costumbres autóctonas. En la actualidad, dada la vigencia y esplendor de esta tradición representativa, aparecen jóvenes que aprenden de sus mayores para dar lo mejor de sí en la escena musical. A continuación se menciona nombres de compositores y músicos lugareños de prestancia, muchos de ellos ya fallecidos y otros en el esplendor de sus carreras:

Clarineteros

Fortunato Arias, Juan Álvaro, Rufino Fabián, Pedro Hidalgo, Bernabé Carhuancho Galarza, Demetrio Arias Fabián, Evaristo Romero Carhuancho, Julián Flores Fabián, Marcos Capcha Meza, Gregorio Hidalgo Fabián, Javier Fabián Hidalgo, hermanos Fabián Camarena: Francisco, Rolindo, Iván y Javier, David Fabián Rivera, hermanos Fabián Hidalgo, Nicanor Fabián Carhuancho, Alejandro Fabián Carhuancho, Rolón Fabián Rivera, Joel Vásquez Flores, entre otros.

Violinistas

Silvestre Limaylla Moreno (un personaje célebre de la música del carnaval marqueño), Isaías Carhuancho Galarza, Celedonio Romero Barzola, Fidel Fabián Rosales, Víctor Barzola Soto, Fidel Carhuancho Fabián, Elías Vásquez Romero y otros.

Wajleros

Francisco Fabián, Eulogio Rivera, Valeriano Quincho Arias (a quien amigos y familiares lo llamaban, cariñosamente Jilla Valli), Jacinto Lino, Víctor Limaylla Carhuancho y muchos otros.



                               UNAY CARNAVAL (Antiguo Carnaval)

                                         ¡Ay! carnaval, carnaval
                                         Huanca ulampita, chalamun
                                         ¡Ay! carnaval, carnaval
                                         Tarma wichanta pasacun.

                                                      Miércoles ceniza niptinja
                                                      wañusaypitapis shalcalamuyman
                                                      jueves carnaval niptinja
                                                      illasaypitapis cutilamuyman.

                                          Échame, échame con tu chisguete,
                                          yo te echaré con mi agua florida
                                          tírame, tírame con tu manzana,
                                          yo te tiraré con los confites.

                                                      Arrastrado carnaval manuta
                                                      debita dejalamanqui
                                                      supaipa guaguan carnaval
                                                      llaquita, huajajta jutulamanqui.

                                          Chaliluna captin, chaculuiman
                                          chaculuna captin, chaculuiman
                                          faldín ruiduiman ciraculucman
                                          cata isquiculucman.
                                                                 
                                                                                              Anónimo


El Carnaval Marqueño,  símbolo de identidad e himno inmortal del distrito de Marco




 MARCO CAPITAL FOLKLÓRICA DEL CENTRO DEL PERÚ


A continuación se expone brevemente, los acontecimientos históricos y culturales, por los cuales Marco fue declarado "Capital Folklórica del Centro del Perú"


Allá por 1966, en el primer gobierno del Arquitecto Fernando Belaúnde Terry, con motivo de la FERIA INTERNACIONAL DEL PACÍFICO, se organizó un gran evento folklórico nacional, auspiciado por el diario decano de la prensa "El Comercio" de Lima. En ese certamen, Marco participó con las danzas de "Los Segadores de Marco" y "El Carnaval Marqueño". Este último, por su magistral presentación, riqueza coreográfica y expresión artística, resultó aclamado CAMPEÓN NACIONAL dentro de las danzas costumbristas.

Desde entonces, el Carnaval Marqueño adquiere mayor connotación en la faceta vernacular y se extiende no solo en la región, sino a nivel nacional. Su exitosa difusión continúa en decenas de eventos folklóricos y en diferentes escenarios, siendo admirado y aplaudido por propios y extraños; provocando una verdadera eclosión social en el espíritu de la gente, ya que en suma, el Carnaval Marqueño es música, danza y canto.

En 1971, a iniciativa del entusiasta profesor Fructuoso Fabián Hidalgo, el Carnaval Marqueño participó en la "FESTIDANZA INTERNACIONAL DE AREQUIPA", ocupando el primer puesto a nivel nacional. En un acto emotivo recibió el premio "OJOTA DE ORO".

Asimismo, en el "CUARTO CONGRESO NACIONAL DEL FOLKLORE", que se llevó a cabo en la ciudad de Huancayo, la ceremonia de clausura se realizó en Marco, el 18 de abril de 1981, con la participación de todas las delegaciones nacionales, especialmente la de Puno, representada con "La Diablada". Dicho congreso fue presidido por el insigne estudioso y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Josefat Roel Pineda, quien consideró que el carnaval de Marco posee la peculiaridad de ser una fiesta vistosa y de enorme creatividad campesina, que difiere de cualquier otra en el valle del Mantaro.

Como el Carnaval Marqueño había ganado indiscutiblemente, un alto sitial entre las danzas folklóricas y costumbristas de la región central del país; las autoridades del distrito de Marco, con gran satisfacción y hondo sentimiento de civismo, solicitaron en la ceremonia de clausura de este congreso, que Marco sea declarado "CAPITAL FOLKLÓRICA DEL CENTRO DEL PERÚ", hecho que fue aceptado por el distinguido Presidente y el pleno en general. 















































































                                                               CAPILLAS

BARRIO SAN PEDRO DE CHAUPI


BARRIO SANTA CRUZ DE CEBADA CUMU


BARRIO SAN ROQUE CHUCLLUSH


BARRIO CRUZ DE ESPINAS JAJACHACA

BARRIO SAN ROMÁN DE OROSCO


BARRIO CRUZ DEL TRIUNFO LIMAYLLAPACAJ



BARRIO SAN HILARIO


BARRIO RONDALLA FOLKLÓRICA CORAZÓN DE JESÚS


BARRIO SAN ISIDRO CASACUCHO